Como parte del cierre de esta semana vocacional, compartimos durante las celebraciones de hoy domingo una síntesis y relación de lo vocacional con el Evangelio del día
Hoy nuestra
comunidad asoma su mirada por el lente de la cámara, dejando plasmado los rostros particulares de
los invitados al banquete del Señor, como nos lo propone el Evangelio de este
domingo: rostros de niños, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, pero también
desde grupos o comunidades concretas de nuestra sector: los profesionales en
sus distintas áreas, las familias, los feligreses, los distintos grupos que
hacen vida en la comunidad del Corazón de María… y como no los que muchas veces
son rechazados por la sociedad (María nos regaló una alegre sonrisa)…, son
precisamente estos rostros a quienes el Señor Jesús invita y acoge a la fiesta
del encuentro.
En nuestra
última animación de esta semana vocacional se quiso hacer hincapié en la frase
que orientó nuestra reflexión durante estos días “Mi vocación es signo de lo
que amo”. Queríamos cerrar con esta frase
porque cuando encontramos sentido a lo que hacemos, lo que hacemos ya deja de
ser algo meramente mecánico, y pasa ser nuestra razón de ser porque nos
sentimos identificados profundamente por lo que hacemos. Siguiendo por esta
línea la Palabra de Dios nos exhorta que
“Donde está tu tesoro ahí estará tu corazón” (Mt 6,21). Que aprendamos todos los cristianos a cuidar
el tesoro de nuestra vocación y que todos los seres humanos descubran en
su existencia la presencia de Dios que
los hace atesorados.
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